LA TRILOGÍA YUSUF
Las tres películas que la conforman tienen nombres de alimentos básicos.
Su autor, el cineasta turco SEMIH KAPLANOGLU fue construyendo el relato de la
vida del poeta YUSUF al revés. Primero, con HUEVO
(YUMURTA,2007), la madurez; luego con LECHE
(SÜT, 2008), la adolescencia y finalmente con MIEL (BAL,2010), la niñez. En el ciclo ENCUENTRO CON EL NUEVO CINE
TURCO que ofreció el Cine Club Municipal HUGO DEL CARRIL se proyectaron las
tres. Pude ver la segunda. En LECHE (Turquía,
Alemania, Francia), el joven YUSUF (MELIH SELÇUK) ha terminado el secundario y
vive en un pueblo del interior, en la Anatolia. Como muchos muchachos, de
cualquier lugar del mundo, no sabe muy bien qué hacer con su vida; la misma transcurre, tediosa, al lado de su madre, la viuda y bella ZERAH
(BASAK KÖKLÜKAYA), a quien ayuda en la explotación de una modesta lechería. Su
verdadera vocación es escribir versos, para los cuales, lamentablemente no es
fácil encontrar ni lectores ni editores. Se salva de la milicia porque padece
epilepsia y ve con malos ojos la relación de su madre con un maduro
pretendiente. El mundo que lo rodea es conflictivo: la confluencia de tradición
y progreso; costumbres ancestrales ligadas a lo agropecuario y la irrupción de
la explotación industrial y minera. El quid
de la cuestión estaría en la posibilidad, para el protagonista, de poder cortar ese flujo lácteo (el
real y el metafórico) que ha sido su sustento pero que, paradójicamente, le
impide crecer. En los filmes de KAPLANOGLU parece que no importa demasiado el
qué pasa, sino el cómo. Hay como un regodearse en el moroso tratamiento de
bellas imágenes con algunos toques surrealistas. Nos enteramos de que este
talentoso es una especie de hombre orquesta. Hace todo: produce, dirige,
guioniza y hasta edita. Eso sí, no tiene que gastar en banda sonora. Brilla por
su ausencia.
Yolanda Beguier, espectadora.