8.8.11

KARTUN EN CÓRDOBA

Por
Yolanda Beguier.


Breviario de arte y oficio para la escritura  teatral, subtituló MAURICIO KARTUN el Seminario Dramaturgia de Emergencia que, días pasados, dictó en la ciudad de Córdoba. Con ello, aludía a la brevedad y condensación en pocas clases de todo un saber, fruto de dedicación y práctica constantes en casi cuarenta años de ejercicio dramatúrgico. Resultaron muy claras las advertencias de que no hay recetas para escribir buen teatro y que todo depende de un trabajo continuo de observación de la realidad que nos rodea, de lecturas con diferentes soportes, práctica permanente de escritura y una paciente tarea de corrección y reelaboración de los textos. Dice KARTUN que en él anida un espíritu de cartonero, en el sentido de la persona que busca lo que, aparentemente, no sirve y se ha tirado. Dentro de esa basura, él encuentra siempre algo valioso, aprovechable
para su actividad como dramaturgo o como director de sus puestas en escena. Manifestó, además, su pasión por la palabra coloquial, bastarda y despreciada, que acumula en una libreta de notas y que, junto al “Acopio” –lista de apuntes varios-,  son herramientas indispensables para su oficio. A lo largo de su exposición fueron apareciendo algunos términos “raros”, provenientes de otras disciplinas pero aplicados a lo teatral. Se aludió a la pareidolia (Gr.: para: junto a; eidolon: imagen, representación) que sería “la capacidad de generar sentido a partir de patrones vagos” ;  a la apofenia (Gr.: apofeino: mostrar), que consistiría en construir una realidad a partir de coincidencias azarosas y a la bisociación –establecer conexiones donde no las hay-, recursos todos con cuya aplicación se amplía el campo de la creatividad.  Solvencia y amenidad, no exenta de histrionismo, le permitieron al disertante abordar diferentes temas: los universos personales, la imagen generadora, las exigencias del texto dramático, la tridimensionalidad del personaje, las condiciones de la acción y el conflicto como eje y motor de la dramaturgia, entre otros. Sumado a esto, algunos ejercicios prácticos muy esclarecedores. Todo ello nos permitió tomar conciencia de cuán vasto y profundo, y de no fácil acceso, es el mundo de la creación dramatúrgica.

En todo momento MAURICIO KARTUN intentó, entre los presentes, sacudir la parsimonia (término que aplicó también a la rigidez del actor) y no fueron pocas las irreverencias con que matizó su exposición. Me  quedo con dos: 1) Toda obra de teatro es un matambre relleno arrollado; 2) Los dramaturgos son rabdomantes de mierda; cuando la encuentran, si son buenos,  la transforman en algo precioso.

Gracias a El Apuntador. Revista de Arte Escénica y a María Castaña Centro Cultural Independiente, el hijo de Charito y padre de Pericones, El Partener, La Madonnita,  El Niño Argentino, Ala de Criados y muchos otros hijos más, estuvo entre nosotros. Y sí, por suerte, a veces los sueños se realizan.
Agosto 2011.