Yolanda Beguier, espectadora
Es sorprendente la energía del octogenario director CLINT EASTWOOD, que, a su edad, se atreve con un hueso duro de roer: un biopic. Así llaman en el país del norte a las películas biográficas. J.EDGAR (EEUU.2011), responde a esta categoría. En un lapso de 2h10’ se intenta sintetizar la vida de JOHN EDGAR HOOVER, padre de esa emblemática institución yanqui, el FBI (Oficina Federal de Investigación). Este controvertido personajes tuvo una larga existencia y sobrevivió a ocho presidentes, tres guerras y una madre castradora (soberbia JUDI DENCH). El filme es un vaivén: un complicado montaje exige
que el protagonista fluctúe entre un setentón, producto de maquillaje prostético, y un joven LEONARDO DI CAPRIO que encarna los años mozos del abogado que, tras ambiciosa carrera, logra ser director vitalicio del FBI. En el papel de anciano dicta sus memorias a un escribiente las que revelan no sólo rasgos de su personalidad, sino momentos trascendentes de la historia norteamericana. De esta manera nos vamos enterando, entre otras cosas, de los magnicidios de JOHN F.KENNEDY y LUTHER KING; de la implacable investigación que lleva al descubrimiento, juicio y condena a muerte del secuestrador y asesino del hijo del magnate Charles Lindbergh; o los escarmientos a las mafias y las razias anticomunistas. En lo personal, pesa sobre el protagonista el mandato materno de que prefiere un hijo muerto a un marica. Debe,pues, dolorosamente, ahogar sus verdaderos sentimientos hacia su fiel colaborador CLYDE TOLSON (ARMIE HAMMER) y va a encontrar en su secretaria de por vida HELEN GANDY ( NAOMI WATTS) respaldo incondicional.
Se sabe: envejecer no es fácil. Al respecto, diríamos que DI CAPRIO caracterizado como un anciano “se llevó el gato al agua”. No le pasó lo mismo al pobre HAMMER: un viejito que da pena.