20.2.12

UNA PEQUEÑA HISTORIA DE EVOCACIÓN CARNAVELESCA


Por Yolanda Beguier
MASCARITA
   Era el hijo de doña Lina, la que vendía caramelos  –paragüitas, colas de chancho- de fabricación propia,  a la salida de la escuela. Todos le decían el Jorobadito, por la giba que le arruinaba la espalda desde el nacimiento. Lo veíamos con frecuencia,  pues era cliente del almacén de ramos generales donde trabajaba mi padre.
   Una vez, cuando llegó el Carnaval, el Jorobadito, con los ahorros que su mamá había logrado a lo largo del año, se fabricó un disfraz. Eligió ser el Zorro: pantalón y alpargatas negras, pañuelo en la cabeza bajo el sombrero,  antifaz, una espada y, lo mejor de todo, la capa, negra también, de tafeta, sobre la camisita blanca. La joroba destacaba aún más la enorme letra Z de paño lenci de color claro.
   Mientras marchaba rumbo al corso, pasó frente a nuestra casa: allí estábamos reunidos en la vereda, viendo el desfile de los disfrazados. Con la voz deformada de las mascaritas, el Zorro preguntó:
-Don Belier, ¿a que no me conoce?
-No. ¿Quién sos?- replicó mi padre, desviando sus ojos de la joroba.
El muchachito lanzó una carcajada, lleno de regocijo.
-Tomá, para el pomo.- Y mi viejo le alargó un billete, de los nuevos, de un peso.



Carlos Gardel canta "Siga el corso", con letra de Francisco García Jiménez y música de Anselmo Alfredo Aieta. Grabación del año 1927
Click para video